Los viajes se viven tres veces: cuando se planean, cuando se realizan y cuando se recuerdan.
Muchos no pasan de la imaginación, pero es imprescindible imaginar un viaje para que pueda llevarse a cabo y ese es el objeto de esta entrada.
Quiero aventuras... las he vivido y son mis mejores recuerdos, Marruecos, Turquía y Tailandia siempre estarán en mi corazón y son tres de los motivos que puedo alegar para que pase lo que pase en el resto de mi vida poder decir que he vivido.
Necesito volver a sentir eso.
Viajar en una Ducato camperizada o medio camperizada, indudablemente tiene valor, y por eso este año volvimos a la carga: Noruega se adapta bien a un viaje, en el que una de las tres patas de mi banco familiar, sufre cada vez más con el calor del verano.
Sin embargo, en la Europa occidental, estamos tan "civilizados" y está todo está tan normativizado que aparentemente sólo hay una forma de hacer las cosas bien y, a la hora de salirse de lo común, las prohibiciones son tantas, que el espacio de libertad y libre albedrío ha quedado como algo excepcional.
Otra cuestión es el coste económico de la vanguardia del primer mundo. Viajar es ver, oír, oler y por supuesto saborear. Si la cerveza más barata en Noruega, cuesta en un bar de barrio 12€, te puedes imaginar lo que supone una cena o un desayuno. En mi caso no puedo permitirme ese nivel de gasto y por tanto viajar a estos países supone renunciar a parte de lo que ofrecen.
Por otro lado y, como dice mi amigo Pedro, viajar en una camper, es llevarte un pedacito de suelo español contigo: tu casa, tus normas, tu idioma y tus paredes. Dentro de ella eres el mismo tú acomodado de siempre. No hay un electrón libre fluyendo por el espacio
Bien, tuvimos nuestra experiencia Noruega, nuestros horizontes europeos se han ampliado y podemos hablar con conocimiento de causa de los Fiordos, de los lagos, de las cascadas y, en definitiva, de paisajes infinitos en los que el protagonista es el agua. También de las ciudades de Bergen, de Oslo, de Copenhague, de las playas de Suecia y del ajetreo del puerto de Travemunde; y todo ello ha molado muchísimo, pero queremos más.
Queremos el pack sensorial completo, los ver, oír, oler y saborear, pero también el mental: el tener que decidir sobre la marcha, el buscarnos la vida para dormir y comer, el usar la astucia para solventar los pequeños retos del camino y, en esencia, abandonar todo lo posible nuestra zona de confort, para intentar conectarnos al presente y que no nos quede otra que, no pensar en más que en lo que estemos haciendo en cada momento o lo que queramos hacer en el siguiente.
En breve mandaremos a Pepa de vacaciones con sus tíos Almudena y Antonio, dejaremos a Paloma aparcada en Carabanchel, sacaremos el estárter y giraremos el contacto de un vehículo de otro siglo que tiene mucho que decir en esta historia.
Como en nuestro viaje a Noruega, cruzaremos el mar, pero en vez del Báltico y la península Escandinava, será el viejo Mediterráneo y la costa Norte del continente africano hacia la que miraremos con mariposas en el estómago.
TONelete, nuestro Renault 4 furgoneta, será nuestro caballo blanco, nuestra nave Enterpraise o el Halcón Milenario si se prefiere. Una vez que dejemos atrás Ceuta, tenemos 10 días para hacer el camino hasta Melilla sin saber donde dormiremos, lo que comeremos, ni donde pararemos.
Unas pocas premisas básicas, unas pocas marcas sobre un mapa, algunas herramientas, carretera y manta.
Que la suerte nos acompañe, llevemos buen camino y encontremos lo que vamos a buscar. Que si surgen dificultades, sepamos resolverlas y sobre todo, que volvamos unidos, felices y cargados de energía para disfrutar junto a Pepa de nuestra cotidianidad carabanchelera.
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| Puesta a punto de encendido y carburación |
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| Diseño para la camiseta del viaje |
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| Camiseta hecha realidad |
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